¿Profesión? «Vendedora»

Asesores comerciales, preventistas, oficial de cuentas… todas mutaciones que ha sufrido la palabra vendedor por haber sido bastardeada por personas que cayeron en esos puestos sin saber vender. Como si ser vendedor fuera una ofensa le han ido cambiando la denominación. En esta nota, te cuento por qué, para mí, es un orgullo ser vendedora.

En primer lugar, y el más importante, no tenemos techo en nuestras ganancias, podemos ganar el dinero que nos propongamos, sin límites. Para nosotros, los vendedores, cada cliente es una oportunidad de incrementar nuestro salario. Por eso, trabajamos con metas personales, más allá de los objetivos que nos impone la empresa, soñamos con un viaje y lo concretamos, queremos cambiar el auto y lo hacemos, necesitamos ampliar la casa y lo logramos, ¿por qué? Porque nuestras metas personales funcionan como un combustible diario que nos inspira a vender, nos da adrenalina.

En segundo término, ser vendedor te hace sentir esa libertad tan amada que en otro puesto de trabajo no tenés. No tenés obligaciones concretas, tenés que vender y tu sueldo depende de esa acción, acción que nosotros mismos manejamos y moderamos. Además de que podemos ir de empresa en empresa y hasta independizarnos con nuestro propio negocio.

Y, por último, somos el eslabón más importante en toda compañía, nosotros somos fuentes de información muy valiosa, somos quienes tenemos el contacto directo con el cliente, por ende, somos los responsables de decodificar lo que está pasando en el mercado para traducirlo en propuestas más seductoras.

Ya sabés, si sos vendedor, no te avergüences de ello, todo lo contrario, estás en un lugar privilegiado para realizar el sueño que anheles.

(*) Lic. en marketing.