Tanto en tiendas físicas como en redes sociales, excepto raras excepciones de empleados que tienen la camiseta puesta, es muy fácil detectar quién es empleado y quién es el dueño del negocio. Te enseño cómo.
El primer punto a observar son los modales con los que te recibe la persona en el lugar y la sonrisa en su rostro. Un empleado saluda correctamente y escucha atentamente tu pedido, te lo despacha y listo. Un dueño de la firma te realiza preguntas abiertas al tiempo que te regala una sonrisa cálida mientras dialoga, te ofrece otras opciones, te brinda consejos de uso y hasta te hace un regalo, descuento o bonificación para que vuelvas a elegirlo.
Otro aspecto donde queda de manifiesto quién es quién es en el conocimiento del rubro, del mercado y de los productos y servicios. El empleado ni se gasta en explicarte el funcionamiento de lo que vende, salvo que se lo preguntes, no te brinda ninguna información adicional, de hecho: muchas veces lo desconoce. El dueño no espera a que se lo preguntes, te explica todo lo relacionado a tu compra, te cuenta secretos de su uso, te orienta respecto de su rendimiento y sobre sus experiencias personales.
Y como último ítem, podemos mencionar la instancia del cobro, el empleado se queda con las opciones de pago prestablecidas y de allí no se mueve. Un dueño busca soluciones, ofrece facilidades y redondea siempre a favor del cliente.
Si sos empleado y no te identificaste con este escrito: ¡Te felicito! Sos de esas personas que valen oro para una empresa, ojalá que te estén agradeciendo tu lealtad y desempeño. Si, por el contrario, estás muy identificado con la nota te recomiendo que cambies de actividad porque a la larga terminarás estresado o despedido, es evidente que no te gusta lo que hacés, que no estás motivado y eso afectará tu salud y la rentabilidad de la empresa.
(*) Lic. en marketing.